jueves, 26 de marzo de 2015

QUÉ FÁCIL ES JUZGAR POR APARIENCIAS


Una mujer, con un vestido de algodón barato y su esposo, vestido con un humilde traje, se bajaron del tren en Boston, y caminaron tímidamente sin tener una cita a la oficina de la secretaria del Presidente de la Universidad de Harvard.
La secretaria adivinó en un momento que esos venidos de los bosques, campesinos, no tenían nada que hacer en Harvard.
- Desearíamos ver al presidente -dijo suavemente el hombre.
- El está ocupado, contestó la secretaria.
- Esperaremos‘, replicó la mujer.
Por horas la secretaria los ignoró, esperando que la pareja finalmente se desanimara y se fuera.
Ellos no lo hicieron, y la secretaria vio aumentar su frustración y finalmente decidió interrumpir al presidente, aunque era una tarea que ella siempre esquivaba.
- Tal vez si usted conversa con ellos por unos minutos, se irán, dijo la secretaria al Presidente de la Univesrsidad.
El hizo una mueca de desagrado, y asintió.
Alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo para ocuparse de gente con vestidos y trajes baratos.
Sin embargo,el presidente, con el ceño adusto pero con dignidad, se dirigió con paso arrogante hacia la pareja.
La mujer le dijo:
- Tuvimos un hijo que asistió a Harvard por sólo un año. Él amaba a Harvard. Era feliz aquí.
Pero hará un año, murió en un accidente.
Mi esposo y yo deseamos levantar algo, en alguna parte del campus‘, que sea en memoria de nuestro hijo.
El presidente no se interesó.
- Señora, dijo ásperamente, no podemos poner una estatua para cada persona que asista a Harvard y fallezca.
Si lo hiciéramos, este lugar parecería un cementerio.
- Oh no, explicó la mujer rápidamente.
No deseamos erigir una estatua. Pensamos que nos gustaría donar un edificio a Harvard
El presidente entornó sus ojos. Echó una mirada al vestido y al traje barato de la pareja , y entonces exclamó:
¡¡Un edificio!! ¿Tienen alguna remota idea de cuánto cuesta un edificio?
Hemos gastado más de siete millones y medio de dólares en los edificios aquí en Harvard!' Por un momento la mujer quedó en silencio.
El presidente estaba feliz. Tal vez se podría deshacer de ellos ahora.
La mujer se volvió a su esposo y dijo suavemente: ¿tan poco cuesta iniciar una universidad? ¿Por qué no iniciamos la nuestra?
Su esposo asintió. El rostro del presidente se oscureció en confusión y desconcierto.
El Sr. Leland Stanford y su esposa se pararon y se fueron, viajando a Palo Alto, California, donde establecieron la universidad que lleva su nombre, la Universidad Stanford, en memoria de un hijo del que Harvard no se interesó.
La universidad 'Leland Stanford Junior' fue inaugurada en 1891, en Palo Alto. 'Junior' porque era en honor al fallecido hijo del rico terrateniente .
Ése fue su 'memorial'. Hoy en día la universidad de Stanford es la número uno del mundo, por arriba de Harvard.
¡¡¡QUÉ FÁCIL ES JUZGAR POR APARIENCIAS….. !!
¡¡¡QUÉ FÁCIL ES EQUIVOCARSE AL JUZGAR POR APARIENCIAS.!!!

miércoles, 25 de marzo de 2015

La transformación

Página de Lau Zu
Erase una vez una "gordita" que enamoró perdidamente a un
muchacho en forma y hermoso. En la soledad de sus
departamentos, en el auto en un callejón a oscuras y en
todos los moteles se hacían el amor.
Sin embargo, el nunca por un año la sacó a un parque, a
comer o simplemente al cine. Ella lo escuchaba negarla
ante sus amigos y se molestaba. Pero cedía cuando
escuchaba los te amo al oído, cuando sentía sus manos o
cuando sus labios la callaban cuando llorando peleaba.
Un buen día la chica se cansó y eligió irse sin mirar atrás.
Pasaron seis meses de angustia donde ambos en las
noches se bebían las lágrimas e intentaron refugiarse en
otros cuerpos, pero de nada sirvió.
El chico no aguantó más el vacío en su corazón e invito a
sus amigos a salir. Allí en una mesa les dijo: "Necesito que
me aconsejen, estoy enamorado como nunca, de una mujer
excepcional pero no perfecta para los ojos de nadie."
Les confesó de quien estaba enamorado y ellos
sorprendentemente le aconsejaron que se olvidara de la
gente y la buscara. El chico se subió a su auto y voló a el
departamento de ella. Tocó la puerta y para su sorpresa
encontró una chica más esbelta, arreglada... Más hermosa.
Se arrodilló y pidió perdón. Lloró por horas sin parar y ella
solo le dijo...
"Lo lamento, mientras me fui porque no era lo
suficientemente linda para ti, llegó alguien a mi vida que en
vez de salir corriendo y criticarme, me enseño como
alimentarme y durante varios meses me apoyo a
ejercitarme. Nunca me dejó sola. Ahora tengo un hombre a
mi lado. Un hombre completo que vio lo mejor de mi. Que te
vaya bien !."
Cerró la puerta y lo dejó allí sufriendo, igual que como ella
lo sufrió por eternas noches.
Moraleja: "Si amas a alguien estarás orgullos@ de que todos
lo sepan y jamás lo/a harás sufrir."

viernes, 13 de marzo de 2015

Cuando yo me vaya

Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mí me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que “viven” no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces, un día, sonriente y vibrante, sabrás que volví para no marcharme.
Carlos Alberto Boaglio