Nunca pierdas tu valor por una persona que no sabe lo que tiene. Si alguien no te da importancia, si te ignora, te abandona o te desprecia, no mendigues su atención o su amor, pues nada tendrá de real o sincero.
No muerdas más la manzana envenenada del amor indiferente, pues te hará sufrir.
Si “pides demasiado” es porque sabes que lo que deseas tiene un peso importante en tu vida y que eres tú quien primero debe otorgar valor a tus pensamientos, opiniones, deseos y comportamientos.
Debemos esforzarnos por tomar distancia emocional de aquellas personas que ponen en jaque el equilibrio de la balanza afectiva que todos necesitamos, a la vez que cimientan en la desigualdad emocional las relaciones que compartimos con ellos.
Comparte contigo tus íntimos deseos, escúchate con el afán de amarte y de aceptarte, pues solo eso te ayudará a liberarte de falsos amores.
El amor no se mendiga y la indiferencia mata al cariño
Mendigar amor significa pedir algo que no existe, que solo está en los deseos de nuestra mente. Lo único que conseguimos “mendigando” es faltarnos al respeto, entorpecer nuestro crecimiento emocional y obsequiar a nuestro yo con el dolor que fomenta la falta de dignidad.
¿Quieres conocer más? Lee: El dolor emocional es el que más tarda en sanar
Cuando amamos a alguien queremos cuidarle y evitarle dolor. Nuestro reflejo emocional nos invita a crear circunstancias que le hagan sentir merecedor de amor, que fomenten emociones y sentimientos de armonía, autenticidad y cariño.
Si no nos cuidamos de los falsos amores, acabaremos creyéndonos lo que ellos nos hacen sentir. Acabaremos pensando que no merecemos afecto o atención y terminaremos por convencernos de que las relaciones emocionales no tienen por qué estar compensadas.
Al final es simple: la persona que te merece es aquella que, teniendo la libertad de elegir, se acerca a ti, te aprecia y te dedica tiempo y pensamientos.
Nadie puede hacerte infeliz sin tu consentimiento
La herramienta más poderosa para luchar contra la injusticia emocional y la indiferencia es la autodeterminación. Esta se acompaña de amor propio, de autoconocimiento y de reflexiones sobre los sentimientos, deseos y comportamientos propios y ajenos.
Sin embargo, el proceso en el que nos vemos inmersos en estas circunstancias refleja la ausencia de dignidad. Esa que nos hace falta para no perseguir a aquellos que no nos merecen.
En este sentido, debemos saber que solemos usar estrategias poco acertadas para manejar el duelo por el “no amor”. Veamos algunas situaciones habituales:
- El duelo por el “no amor” es un proceso muy duro que se alimenta de una dolorosa fase de precontemplación. Generalmente “sabemos que algo anda mal”, pero no nos atrevemos a ponerle palabras o a destaparnos los ojos.
- Obviamos el malestar y lo dejamos pasar, manteniendo la creencia de que no pensar en ello y distraernos favorecerá que el problema emocional se resuelva de una manera natural.
- Cuando nos resignamos al malestar, llega un momento en el que este aumenta a niveles insoportables y nos tenemos que enfrentar a él cuando estamos desbordados.
Pero, ¿qué sucede cuando luchamos contra nuestros propios sentimientos? Que la focalización nos controla y la lucha se convierte en una batalla sin fin llena de desesperación, lo cual solo fomentará el sufrimiento.
- También es habitual oír aquello de “abrazar el dolor”. Ni ignorarlo ni abrazarlo es positivo.
Así que, para revertir el dolor, el siguiente paso es ponerle solución.
¿Cuál es la solución adecuada? Convencernos de que, si no hemos obtenido un aprecio de manera natural, difícilmente lo vamos a conseguir ya. Con lo cual, lo correcto para nosotros será alejarnos de esa persona, pues solo así tendremos la garantía de que el dolor sea superable.
Quiérete y valórate: alimenta tus relaciones con amor propio
Aunque manejar cada historia emocional es algo complejo, todo sufrimiento tiene solución. El verdadero cambio es posible cuando trabajamos aquello que nos “engancha a la situación dolorosa””y a aquella persona a la que estamos mendigando atención y amor.
Así, debe quedarnos claro que a la primera persona a la que tenemos que dedicar tiempo es a nosotros mismos. Después estaremos en condiciones de valorar con quién nos sentimos bien y con quién no.No mendigues la atención de nadie, y mucho menos amor, porque quien te quiere, te lo demuestra de una u otra manera sin que medien los intereses o egoísmos.
Recuerda que una situación de injusticia emocional requiere un papel destacado de nuestro amor propio, el cual nos ayuda a examinar nuestros deseos, valores y necesidades.
No sigas llamando a esa persona que no contesta a tus llamadas. Deja de buscar y comienza a dejar que te encuentren. Deja de extrañar a los que solo están presente en tu vida en modo de postal, a los que solo les interesan las apariencias y que únicamente te hacen sentir bien cuando hay gente delante.
No te olvides de examinar las razones que fomentan tu apego hacia esas personas a las que sueles “mendigar cariño y atención”. Ve al origen, sé consciente e inicia tu transformación interna.Es necesario nutrir tu autoestima y dejar de mendigar amor, pues el amor se debe demostrar y sentir, no implorar. Tu cariño y tu atención son demasiado valiosos como para desperdiciarlos con aquellos que no te merecen.Dedícalos a quienes te quieren y te comprenden sin juicios ni condiciones.
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