martes, 2 de abril de 2013

De mi amiga Teresa

Debe ser algo maravilloso ser padres, porque con todos los inconvenientes que tiene seguimos queriendo serlo, y además hasta repetimos. Por algo será.

Cuantas veces decimos que el amor perjudica seriamente la salud, y ¿a quien no se le ha roto el corazón por un amor no correspondido alguna vez?, y aún así seguimos enamorándonos, y si no, estamos deseando que llegue cuanto antes esa ilusión.Y hasta nos seguimos casando y comprometiendo, a pesar de las estadísticas en contra, de ese refrán que dice..."el amor es ciego, pero el matrimonio te devuelve la vista", o de escuchar que todo el mundo se separa o divorcia.


Pero, aun así, se sigue intentando, y si sale mal, pues nos replegamos, recogemos nuestra dignidad maltrecha y la experiencia acumulada, para hacerlo mejor la próxima vez. Y entonces nos decimos ¡nunca más! para volver a intentarlo mas tarde. Porque no hay nada peor que la soledad. También decimos muchísimas veces, que triste y fea es la vejez, y aún así todos queremos llegar a viejos.

Los hijos te complican la vida y mucho además, y un hijo con una discapacidad más aún, y el trabajo y el llevar una casa adelante, a la larga hacen que tengamos que ir acumulando pequeñas renuncias personales.

Te la complican, y te la ponen patas arriba, y nosotros cambiamos con ellos y evolucionamos con sus problemas según van creciendo, porque no hay nada que enriquezca más la vida de las personas, que los hijos.

Y si ves que ese hijo tiene alguna dificultad añadida, y se esfuerza por superarla, tu luchas junto a el y eso hace que los pequeños logros se conviertan en grandes triunfos para todos. Esos momentos hacen que todo, todo, merezca la pena.

Un hijo lo es hasta que te mueres. Da igual que sea un bebe, un adolescente, o una persona hecha y derecha, siempre será el origen de nuestros desvelos y preocupaciones. Nunca dejaremos de ser padres. Por tanto la responsabilidad es enorme y da mucho respeto ¿verdad?.

Pero es tan maravilloso verlos crecer, y ver como se van haciendo hombres y mujeres de provecho, observando todo lo que pasa a su alrededor, mirándonos en sus primeros años con una total adoración; más tarde los duros años de la adolescencia, en la que padres e hijos nos encontramos igualmente perdidos. Los papás no dejamos de preguntarnos ¿donde se ha ido mi adorable hijito/a?, y los hijos luchan a brazo partido, contra todos y todo por buscar su lugar en este mundo. Afortunadamente esos años pasan y te vuelves a reencontrar otra vez, incluso con más intensidad que antes con tu hijo. Nunca se deja de ser padre ni madre.

Cuando veo las hijas que tengo tan distintas la una de la otra, me sorprende que todo esto sea obra de su padre y mía. De que un amor tan grande sea capaz de dar vida a personitas tan diferentes. La verdad es que la maternidad es un auténtico milagro.

Si a todo esto, le añades que tu hija (ni angelito, ni regalo especial, tu hija), tiene dificultades especiales y ves que tiene que luchar más para intentar conseguir lo mismo que los demás, y tristemente observas que mucha gente, no solo no valorara su esfuerzo, sino que lo considerara estéril y costoso para esta sociedad.

Es entonces cuando la palabra padres toma su verdadero sentido.Y hacemos nuestro el espíritu olímpico de superación: MAS ALTO, MAS RAPIDO, MAS FUERTE.

De una página amiga
"Teresa"

                                                     

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